Desencuentros

welcome

Hace años que escribo. Cuentos, comeduras de tarro, paranoias, textos incomprensibles. Nunca he escrito para ser leída. Sólo era una obsesión que ocupaba mis minutos de soledad y que me mantenía cuerda. Ahora, me decido a compartirlo con vosotros... porque compartir es amar.

El viejo y la sopa de letras


En algún lugar inhóspito de esta tierra, entre sauces y tilos, hay una charca de agua fangosa. La charca es en realidad una puerta mágica a otro mundo. En el barro inmundo de la charca, en la frontera entre nuestra realidad y los sueños, vive un viejo, de espalda vencida por los años, de piel arrugada y afilados huesos. Se le puede ver inclinado sobre un enorme caldero, removiendo una sopa de colores brillantes.

Cada noche, el viejo se cuela en nuestras casas y roba, codicioso, los manuscritos de las historias que queremos contar, los versos absurdos surgidos de nuestra alma, las palabras de amor y desamor que escribimos en nuestros ratos de soledad.

Al amanecer, cuando la luz comienza a herir el verde de los árboles, vuelve a su charca ,y , allí recita conjuros y salmos, invocando a los dioses, y las palabras de los manuscritos que nos ha robado comienzan a soltarse del papel, jugando entre ellas al escondite. El viejo coge cada papel con las letras bailando en espirales sinuosas, se asoma al caldero y vierte las palabras, los versos, las historias en esa sopa humeante. La intensidad de sus cánticos se eleva al cielo, y el líquido de colores chisporrotea entre llamas azules y verdes.

Cuando el último rayo de sol se deja morir en el horizonte, el viejo acude a su caldero una vez más, se sirve con manos temblorosas un cazo de la sopa, la bebe en ansiosos sorbos y se sienta, pluma en mano, ante un papel en blanco. Un papel en el que nunca ha escrito nada. Un papel que no conoce ninguna historia. El viejo piensa y piensa y las palabras llegan como un torbellino a su mente perturbada, pero no consigue ordenarlas para dotarlas de sentido. Una vez más sigue sin escribir nada.

Una vez más siente su alma desgarrada.