Desencuentros

welcome

Hace años que escribo. Cuentos, comeduras de tarro, paranoias, textos incomprensibles. Nunca he escrito para ser leída. Sólo era una obsesión que ocupaba mis minutos de soledad y que me mantenía cuerda. Ahora, me decido a compartirlo con vosotros... porque compartir es amar.

La esquirla de hielo


Bajar la cabeza, un instante. Que no te vean llorar, alma desangelada, que no vean la esquirla de hielo que hay detrás de tus ojos. Porque la verdad sólo es una esquirla de hielo. Duele la entrega y duele el desnudo y duelen todas aquellas palabras lanzadas al vacío. Duele lo vivido.


Milagros y misterios que no comprendemos. Irreales sueños, irrevocables una vez que has entrado en ellos. Porque es difícil salir de un cuento de hadas, aún cuando estás viendo que ha comenzado a deshacerse. Y tal vez una última prueba de valentía, la mirada al frente y la barbilla alta, que se te desmaneje el alma pero no el cuerpo y no dejar que nadie lea en tus entrañas, no sea que vuelvan a pisotearlas.


Es una herida profunda que tal vez no cicatrice nunca y es probable que vuelva a sangrar, viscosa y maloliente, cuando cambie el tiempo.


Llevamos meses viviendo un invierno, tal vez es el momento de retroceder, volver al otoño y que el viento se lleve todo lo que queda de mí junto con las hojas de los árboles, lejos, lejos, de manera que nunca tenga que volver a ver esto. 


No queda nada de mí, lo he entregado todo en una ofrenda última. En un momento lo he perdido todo. Sólo queda lo de siempre. Y siento que si empiezo a llorar no voy a parar nunca y que voy a morirme entre sollozos que me partan el pecho.


Ya no queda nada, ni siquiera yo misma. Desaparezco entre un montón de frases sin sentido, tópicos absurdos, que esconden lo real, la esquirla de hielo. Sólo quiero dejarme caer en un rincón oscuro, abrazada a mis rodillas, si es que aún siguen ahí y dejarme temblar. Dejar que me roben el alma, que ya no queda nada de ella. 

Sombras, luces y claroscuros


Sin cristales en la mano no se puede soñar.
Y sin tiempo en los espacios, 
tampoco podemos dejar de esperar.
Miles de noches pasaron 
y se me encogía el alma.
Y las manos me trepaban por la garganta
intentando respirar.
Mojé con lágrimas mis sombras y mis luces
y mis claroscuros de metal.

Contradicciones


Me arrastran hacia ti los murmullos que te cantan
Y no sé si el cuento es cuento o realidad que me supera
De los tres días de verano que vivamos y que me faltan
Sólo el tercero, cuando nos huyamos, me aterra.


Cielo que no es cielo, sino falsas promesas
Cobíjame entre tus brazos y miénteme sin pena
Róbame el nombre e imagina la escena
Y deja los caballos enganchados a las calesas.


Aprovecha cuando con las sonrisas me duerma
En los silencios deja las palabras que rezan
De puntillas elude las preguntas y los poemas
Y préndeme el recuerdo que siempre me consuela