Desencuentros

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Hace años que escribo. Cuentos, comeduras de tarro, paranoias, textos incomprensibles. Nunca he escrito para ser leída. Sólo era una obsesión que ocupaba mis minutos de soledad y que me mantenía cuerda. Ahora, me decido a compartirlo con vosotros... porque compartir es amar.

Atragantada por una ausencia


Ella grita.

Ella grita y yo también y comienzan los golpes y los reproches y los malentendidos y algo se ha quebrado en mi interior. Han vuelto a sangrar aquellas cicatrices que ya creía completamente cerradas. Y otra vez esa sensación y esa ira y esas ganas de estamparlo todo y a todos contra el suelo. Ese miedo a no saber controlarme y finalmente la huída para no hacer algo de lo que más tarde podría arrepentirme. Tanta locura… aunque sólo sea por un momento.

Y luego aparecen las lágrimas y con ellas el dolor y el arrepentimiento y la música que me acompaña en todo momento. Canto las canciones con una ira que no les corresponde y aporreo el teclado impulsivamente, como si quisiera exorcizar mis demonios, simplemente estampándoles en un papel. Siempre ha sido una terapia, tal vez algo más que una terapia, es una forma de mantenerme cuerda ante tanto odio, ante tanta desesperación y ante tanto dolor.

Y ahora más que nunca busco un sentido a mi vida y no lo encuentro, porque en cierta ocasión me dejé a alguien por el camino y ese alguien se quedó mi alma y desde entonces se me atraganta la añoranza en el pecho y apenas puedo respirar.