Una y otra vez ver pasar por delante de mis ojos todas mis derrotas, una tras otra, una vez más y una última. Y ella siempre jugando, siempre seduciendo, siempre barajando las cartas del sexo o del amor, como quiera que lo llaméis, siempre con un as en la manga, siempre sabiendo donde se hace más daño, donde clavar mejor esa hoja afilada. Y no sé como conseguir llevarlo mejor, porque cada momento es una bofetada, una alquimia que convierte momentos triviales en rituales de brujería, puro vudú…
- Perdona…
Una voz, me devuelve a la realidad. Las líneas de las baldosas dejan de ser el centro de toda mi atención e intento ubicarme, localizar al que me habla.
- Perdona… ¿sabes por donde se va al corte inglés?
- Sigue recto y en la siguiente a la derecha, enseguida lo ves.
- ¡Mila esker!
Le miro a los ojos y entreveo un deseo velado de entablar conversación. La sonrisa se ensancha, expectante. Todos nos sentimos solos. Le miro a los ojos. Es guapo. Ojos brillantes, de persona inteligente o el típico, tópico brillo provocado por el alcohol. Vuelvo la cabeza y sigo mi camino. Otra oportunidad más desperdiciada. De vuelta a mis fantasmas. Otra derrota.