Conduje mi coche, en una cruel carrera con el tiempo que nos distanciaba y no llegué. Te fuiste sin mí, a pesar de que llevaba días soñando con dejarte marchar cogida de tu mano. Esa mano que fue un día fuerte y que hoy se veía ligera y flácida. Débil.
Sólo lamento tres cosas. Lamento que durante estos últimos años no logramos contagiarte un poco de nuestra alegría de vivir. Lamento no haberte podido arrancar más sonrisas. Lamento no haber podido estar contigo hasta el final.
Nos has dejado y, pese a que no queríamos dejarte marchar, la dulzura de tu viaje nos consuela. La sangre nos sigue llamando y te seguimos sintiendo cerca, con tu mirada convertida en sonrisa.
Se nos quedaron cosas sin decir, se nos silenció el corazón empañado en lágrimas, pero ahora ya no hay nada que tú no sepas.
Te queremos, te añoramos y te recordamos.
Sólo lamento tres cosas. Lamento que durante estos últimos años no logramos contagiarte un poco de nuestra alegría de vivir. Lamento no haberte podido arrancar más sonrisas. Lamento no haber podido estar contigo hasta el final.
Nos has dejado y, pese a que no queríamos dejarte marchar, la dulzura de tu viaje nos consuela. La sangre nos sigue llamando y te seguimos sintiendo cerca, con tu mirada convertida en sonrisa.
Se nos quedaron cosas sin decir, se nos silenció el corazón empañado en lágrimas, pero ahora ya no hay nada que tú no sepas.
Te queremos, te añoramos y te recordamos.
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